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miércoles, 18 de diciembre de 2013

sábado, 14 de diciembre de 2013

Compañero Roberto salva la vida a una clienta...

Logró evitar lo que podría haberse convertido en una tragedia y dice que volvería a hacerlo sin pensárselo dos veces. Roberto Martínez es taxista de profesión y la pasada semana se llevó el susto de su vida. Mientras realizaba un servicio con dos pasajeras hacia el pueblo de Meluerda, en Ribadesella, vio cómo un perro de grandes dimensiones se abalanzaba sobre una señora. Sin mucho que pensar, el riosellano se bajó de su vehículo dispuesto a socorrer a la afectada. «Salí disparado a quitar al perro de encima de la señora y, como ya esperaba, el animal se enfrentó también a mí», relata Roberto. El taxista pensaba que le iba a llevar más tiempo reducirlo, «contaba ya con que me iba a morder, aunque al final no fue así, pude encerrarlo en la finca. De todas formas, mejor era que me mordiera a mí en un brazo que continuara haciéndolo a la señora en el cuello», recuerda que pensó en que aquel momento.
El perro en cuestión era un mastín de gran tamaño que, curiosamente, era propiedad de la afectada, una mujer vecina de esta misma localidad riosellana de unos 70 años de edad. «Estaba quieto, mirándola como esperando a que se moviera para volver a atacar», explica. Cuando logró encerrar al animal en la finca de la vivienda de la señora, «las dos mujeres que llevaba en el taxi ya se habían bajado también a socorrer a la señora», señala. La mujer tenía una herida en el cuello, fruto del mordisco de su mascota, pero estaba consciente. «El susto fue grande. Lo peor de todo era la sangre, que siempre impresiona muchísimo», entiende Roberto.
Desde allí la mujer fue trasladada de inmediato por una vecina hasta el centro de salud de Ribadesella. Días después de haberla socorrido, Roberto se interesó por su estado. «Me contaron que se encontraba bien pero que el médico le había dicho que otro mordisco más podría haberla matado, ya que faltaban milímetros para haber alcanzado la vena». Además de taxista, este riosellano natural del núcleo de Alea es aficionado a la caza. Quizá por ello sabe que «la raza de los mastines es muy cambiante, les dan como arrebatos y pueden hacer estas cosas». Según ha podido saber Roberto, «al perro parece que ya lo sacrificaron».
Después de haber tenido varios días para asimilar lo ocurrido, este taxista dice que «no quisiera, por contarlo, colgarme medallas o hacerme famoso por ello, porque es algo que volvería a hacer de presentarse la ocasión y creo que cualquiera en mi lugar hubiera reaccionado del mismo modo». A pesar de ello, y tras casi 27 años en la profesión, «es la primera vez que me pasa algo así y espero que sea la última, porque no es una situación agradable».